LOS MITOS EN CHICLIN    

Existen una serie de mitos en este lugar. Estos relatos tienen que ver más que todo con un contenido y mensaje de temor. Por lo que, abordaremos algunos que son muy conocidos por la población chiclinense. Dichos mitos han sido difundidos por los trabajadores del campo, expecificamente por los regadores que salían a laborar por las noches, quienes comentaban de algunos malos espiritus:

El duende:
Es un niño de aproximadamente 6 años, tenía un color blanco pálido, que se le presentaba a toda persona borracha, apareciéndose y desapareciendose.

Dicen que una vez un poblador que venia de un compromiso, y se iba en direccion a su casa, escucho el llanto de un niño, tratando de averiguar de donde provenía ese llanto, vio un niño desnudo que le pedía ayuda, entonces el poblador se acerca y le dijo de donde venía, y el niño sólo le señalaba la direccion de una calle oscura, quería que le llevara a ese lugar, entonces el poblador muy apenado por el niño, decidió llevarlo a ese lugar donde le señalaba el niño creendo que en esa calle oscura estaría su casa; y que sus padres lo estarian buscando. No avanzaría ni 10 metros cuando en ese momento un regador lo ve andando y con la mano extendida y le pregunta a donde iba, el poblador le cuenta, mira me encontre a este pequeño niño llorando y me parece que está perdido, pero ahora lo llevo a su casa, el regador se asustó y le dijo, espera pero de la mano no llevas a nadie, ni mucho menos un niño, en ese momento al poblador le dió un tremendo frio y susto, librándose de las consecuencias que habría tenido al estar sólo mas tiempo con el duende.

La vieja peineta:
Era una mujer aproximadamente de 50 años de edad, tenía la cabellera larga que le llegaba a la cintura y en su cabellera larga, estaba colocado un peine grande que se distinguía. Esta mujer solamente aparecía por las noches y era una especie de guardian de la casa de los dueños de la hacienda; aparecía para impedir el robo.

La gringa calata:
Se le llamaba a una mujer hermosa de 28 años de edad aproximadamente, aparecía desnuda con su cabellera suelta, de preferencia se le presentaba a los regadores del campo a partir de las 12 de la medianoche. Se dice que quien la veía moría, si no era al instante después de dos días; ya que nadie podía verla de frente. También, existen comentarios de regadores, quienes manifiestan que al verla los hombres botaban babas o sangre por la boca; en algunas ocasiones aquellos trabajadores que eran encontrados desnudos y por los surcos de los cañaverales, era sinónimo de haberla visto.

El cura sin cabeza:
Este personaje se les presentaba a los trabajadores del campo vestido como cura; pero que no tenía cabeza y nadie se le podía acercar ni tocar, ya que al instante podía desaparecer. Este cura, también aparecía al promediar la medianoche, y en algunas ocasiones en carreta.

El ahogado:
Solamente aparecia en el campo 17 de la hacienda; ya que, en ese lugar hay una compuerta que retiene el agua. Se dice que esa persona murio ahogada en dicho lugar y que todo aquel que trabaja en esa zona se le presentaba, trataba de llevarlo a la sequia para ahogarlo; por lo que, los trabajadores que le tocaba regar en dicho campo, se iban bien armados, es decir llevaban una frazada, machete, cuchillo, cadena, que servía como defensa.




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